viernes, 27 de septiembre de 2013

La Llamada Misteriosa 1ª Parte



AUTORA: MARY SANDOVAL


Cuando sonó el teléfono, yo estaba en mi hora de chica. O sea era el momento en que me encerraba en mi cuarto y me vestía de mujer. Esos momentos era vividos por mí de una manera muy intensa. Al ponerme un vestido, me sentía realmente mujer. Por eso no pude evitar poner un tono de voz femenino y delicado cuando dije "aló".

En el otro lado de la línea estaba Pedro, que según me dijo era su nombre. Desde ese momento, y por algún tiempo más, esa voz sería sólo una voz en el teléfono, una voz masculina y vigorosa que me haría pasar unos momentos muy excitantes.

No sé cómo me fue envolviendo en su juego. La cosa es que yo caía redondita en él. Al cabo de algunos días me dijo que había marcado un número al azar y que mi voz le pareció muy dulce y seductora, así que pensó que podíamos ser amigos, o algo más... Y ese mismo día le confesé que yo no era exactamente una mujer, que aquel día de su primera llamada yo estaba vestida de mujer y viviendo una fantasía tan real que su llamada no hizo sino reafirmarme en mi feminidad. Y desde entonces yo esperaba su llamada diaria a la misma hora como una dama que espera a su príncipe azul.

Mi "hora de chica" era una costumbre mía desde muy niña, pero desde que apareció él adquirió un matiz más serio. Ya no estaría nunca más sola. Antes, me concentraba en la ropa que me ponía, en disfrutar de la suavidad de la ropa interior sobre mi cuerpo, en mirarme en el espejo y caminar como una dama. Era como el jueguito de una nena adolescente que empieza a descubrir su sexualidad. Con él, había un compromiso. Había una relación. Su voz varonil a través de la línea del teléfono me hacía estremecer. Yo podía sentir que un torrente de hormonas femeninas fluía por mis venas dejando atrás los inocentes momentos de la niña jugando a ser mujercita.

Durante el día, tenía que simular ser un jovencito. Estaba en los primeros días del último año de {secundaria en el colegio cuando me llamó él por primera vez. Y con cada una de sus llamadas se me hacía más difícil esconder a la mujer que tenía adentro. Tenía que contener mis impulsos femeninos cuando olía el sudor de mis compañeros después de que jugaban fútbol. Yo me limitaba a ponerme en el arco, que era la posición que nadie quería, y que a mí me gustaba tanto porque con cada gol que me hacían me sentía como violada. No siempre podía hacer eso, ya que no me dejarían jugar en el arco si me hacían muchos goles. Pero eso también tenía su recompensa, porque a veces me chocaban e incluso una vez caí al piso y el delantero cayó también encima mío, con su boca sobre mi nuca, de una manera que sentí su aliento casi poseyéndome. Esa vez estuve a punto de delatarme. Pero sólo sonreí internamente y lo disfruté solita, hasta la noche, cuando le conté a él lo sucedido.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Adela Parte 4



AUTORA: ADELA PASIVA


Las visitas de Diego al piso de Adela se repitieron un par de veces en las semanas siguientes, con el cobro de 5 euros cada día por parte de esta última. Y aunque intentaban no armar demasiado escándalo, era difícil no gemir o gritar de placer ante la juventud y vitalidad de su joven amante.
Adela tenía de vecino a un hombre divorciado de 48 años. Se llamaba Francisco, era bastante simpático, con entradas, 174cm de altura y unos 85 kg de peso. Y era complicado que su vecino no hubiera oído nada de lo que ocurría en el piso de su vecino. Una tarde se cruzaron en el rellano cuando Francisco salía de casa:

-Hola, vecino. ¿Qué tal estas?

-Hola Francisco. Bien, gracias, ¿y tú? ¿A trabajar?

-Si, a trabajar. ¿Tú estás de vacaciones?

-Si, tengo una semanita.

-Ahh, eso pensaba. El lunes escuche que estabas en casa sobre las 4 de la tarde, y a esa hora sueles estar en el trabajo.

Ese lunes había estado un par de horas con Diego aprovechando el primer día de vacaciones. 

-Eh... si, cierto. Estuve con un... amigo, y Adela, una prima mía.

-Claro, eso me pareció. Es más, y no creas que soy un cotilla, pero me pareció oír a Diego, el hijo de Antonio, el del tercero.

-Esto... perdona, pero creo que te equivocas.

-Tranquilo, ya comprendo que no quieras contarme nada, pero tranquilo. No voy a comentar nada con nadie. Adela y tú no tenéis de que preocuparos. -le dijo sonriendo- Espero que algún día vuelva y poder conocerla.

-Bueno, Francisco, mi prima es bastante tímida y reservada
.
-Por lo que oí, no me lo pareció. Al menos en la intimidad, jeje.

-Quizás puedas conocerla esta noche, pero te advierto que es una mujer 'especial'.

-Estoy deseando conocerla, por lo que escuche el otro día me parece que podemos pasárnoslo muy bien- dijo Francisco sonriendo lascivamente.

-Llama a mi puerta esta noche a las 11. Adela te estará esperando.- contestó sonriendo.



A las 11 en punto, Francisco estaba recién duchado y afeitado delante de la puerta de su vecino llamando al timbre. Adela se había puesto guapa, con una minifalda roja, ligero negro y medias de rejilla. Se había maquillado y se había comprado esa misma tarde una peluca rubia cobriza hasta los hombros. Ya había ido acumulando una amplia gama de ropa y vestidos de mujer que usaba en sus sesiones de cibersexo. Una blusa blanca, unos zapatos de tacón negros, una capa de maquillaje, rímel, pintalabios y unas gotas de perfume completaron la insinuante y espectacular figura que abrió la puerta.

-Hola. Tú debes de ser Francisco, ¿verdad?

Francisco la miro de arriba a abajo, totalmente sorprendido ante la radical transformación de su vecino, tragó saliva, y unos cuantos segundos más tarde pudo por fin balbucear un tímido 'sí'.
Adela se deslizó hacia un lado apoyando la espalda sensualmente en el marco de la puerta.

-Adelante Francisco, soy Adela. Mi primo me dijo que vendrías, y que fuera una buena anfitriona.

Francisco entró pasando al lado de Adela, pudiendo oler el embriagador perfume que desprendía su piel.

-Gracias Adela. Eres muy amable.

-Pasa hasta el salón, te traeré una cerveza si te apetece dijo Adela dirigiéndose contoneándose hacia la cocina.

Francisco se sentó en el sofá del salón, nervioso y excitado a la vez por lo que estaba pasando. Se consideraba heterosexual, pero desde que se divorciara de su mujer hace unos 10 años, además de algunos rollos esporádicos, había frecuentado algunas prostitutas, y hace 4 años tuvo su primera relación con un travesti. Era tan femenina que le atrajo inmediatamente, así que decidió que esa boquita de piñón tenía que hacerle una felación. Pero cuando la tuvo a su lado en el coche succionando su glande, acariciándola el pelo, su espalda... no pudo más que pagar por un servicio completo, y follarsela salvajemente por su firme culo. Desde entonces acudía asiduamente a más prostitutos travestis que a prostitutas.

Adela llegó al salón con dos cervezas en vaso, le tendió una a su invitado, y dejó la suya sobre la mesita, agachándose exageradamente con la espalda y dejando su culito en pompa al lado de Francisco. La minifalda se tensó, dejando ver los portaligas, y parte de sus nalgas, atravesadas por el hilo de un tanga negro. Adela alargó el momento, mientras Francisco examinaba y disfrutaba de la visión de sus depiladas piernas tras las medias de rejilla, y las curvas de su trasero. Esta visión le hizo olvidar el nerviosismo, el que se trataba de su vecino, y su polla experimento una tremenda erección dentro de su tanguita de encaje.