AUTORA: SANDRA LIZALDI |
Estaba terminando de afinar los detalles, dando los últimos
toques al maquillaje, todo tenía que ser perfecto, lo había venido planeando
desde hacía varias semanas, nada podía salir mal. O eso creía yo, pero no hay
que adelantarse en la historia, no es necesario, todo a su tiempo.
Pues bien, estaba terminando de arreglarme. Esa tarde estaba
estrenando el último atuendo que me había confeccionado especialmente para este
encuentro, a petición de, Amando, llamémosle Armando. Era una minifalda azul
claro y una blusa ajustada a tono, zapatillas color cereza, un coordinado de
tanga, liguero y bra de encaje blanco, medias de red y el cabello negro a media
espalda; sin querer ser arrogante he de decir que me veía sumamente sexy.
Terminé de maquillarme y me miré unos instantes en el
espejo; lucía hermosa. Ahora si estaba perfecta
justo cinco minutos antes de la hora que habíamos pactado.
Armando y yo nos conocimos en twitter, una noche en que
estaba subiendo fotos mías apareció un chico que de la nada comenzó a dar RT a
todos mis posts y comentaba las fotos de una manera linda y pícara, cosa que
siendo honesta llamó mucho mi atención.
Justo por esos días estaba buscando un encuentro con una
pareja para realizar un Ménage A Trois.
Antes de continuar creo que es justo que me describa, soy delgada
y de mediana estatura lo que me permite utilizar diversos atuendos que
reafirman mi figura y resaltan lo que más me gusta resaltar, mi redondo,
apetecible y respingón trasero. Soy morena clara y una vez completada la
transformación soy una chica muy femenina y bastante linda tanto de cuerpo como
de rostro.
Estaba yo un tanto nerviosa, era la primera vez que hacia algo parecido, - hablando de reunirme
con una pareja ya que anteriormente había tenido encuentros con chicos solos,
muy desafortunados por cierto, pero después contaré alguno de ellos.
Como les decía. Ya estaba lista, fumando un cigarrillo y
sentada en la cama mirando una película porno bastante mala cuando sonó la
puerta. He de decir que me quedé helada y un hormigueo comenzó a subir desde
mis pantorrillas hasta la nuca, miré el reloj y este indicaba exactamente la
hora en que habíamos acordado vernos, era poco común tanta puntualidad, cosa
que me agradó de sobre manera.
Me levanté y caminé hacia la puerta, estaba ansiosa por
recibirlos y el corazón me latía a mil por hora, sentía que se saldría por mi
pecho en cualquier momento.
Al abrir me encontré solo con Armando.
- ¿Puedo pasar? – preguntó
Yo me quedé de una pieza, sin saber que contestar solo atiné
a responder. Seguro, pasa y ponte cómodo.
Una vez que había pasado asomé la cabeza por la puerta pero
no había nadie, solo una mucama metiche que no dejaba de mirarme, pero no había
señales de la acompañante de Armando.
- ¿Vienes solo? – Pregunté
- Si, ab, mi novia no pudo venir – balbuceó por respuesta.
Me le quedé mirando un instante, en verdad era un chico muy
apuesto, delgado de ojos claros, mandíbula varonil y tenía un lindo cuerpo,
atlético le dicen ahora, durante el tiempo que lo miré no presté atención a lo
que me decía, me explicó algo de la novia pero en ese momento no me importaba
nada de lo que tuviera que decirme, solo quería mirarlo.
- Bueno ¿y qué propones? -
me apresuré a preguntar
- Pues te doy lo que acordamos y olvidamos el tema, como te
decía no creo que mi novia acceda, y pues tampoco quiero hacerte perder tu
tiempo, discúlpame.
- Entiendo, no te preocupes, sé que de repente es complicado
dar un paso de este tamaño, además no todas las personas son tan extrovertidas
o tan abiertas como para acceder a algo así, pero no te apures, igual más
adelante. – Respondí.
He de mencionar que me sentía sumamente decepcionada debido
al fracaso total de la cita, no solo porque había cancelado un viaje con unos
amigos, sino porque en verdad tenía ganas de pasar un rato sexoso y caliente
como me lo había imaginado desde que empezamos a planear todo.
Durante dicha planeación Armando y yo intercambiamos fotos,
nos vimos por web cam y en un par de ocasiones tuvimos cibersex por lo que
medianamente nos conocíamos y yo sabía del delicioso caramelo que tenía entre
las piernas y quería comérmelo a como diera lugar así que me decidí a no
arruinar mi noche de fin de semana.
Armando sacó la cartera y me extendió un billete, y tras
mirarme un par de segundos me dijo.
- Te doy completo el costo de la habitación y un extra para
que cojas un taxi de regreso, es lo menos que puedo hacer después de cancelarte
a la mera hora.
Tomé el billete y lo arroje sobre el tocador
- Gracias. – respondí – pero ¿Por qué no te sientas y
charlamos unos minutos? O acaso ¿Tienes prisa? Podría desnudarme si eso te pone
más cómodo. Y solté una carcajada para desbaratar el nudo que se había formado
en el ambiente.
- Si, me gustaría charlar un rato, te lo iba a pedir pero no
sabía cómo - respondió con el rostro ruborizado y una enorme sonrisa en los
labios.
- Pues así de fácil, con que me dijeras que quieres charlar
basta.- Respondí guiñando un ojo. Ambos comenzamos a reír de una manera muy
amable.