sábado, 24 de febrero de 2018

Ciber Puta de internet

 
AUTORA: Saradulce



Hoy me siento putilla. Tengo irreprimibles ganas de sentirme una nenita fácil, a disposición de quien desee usar mi cuerpo para satisfacerse. Hoy voy a ser Sara de nuevo. Sara, mi alter ego, la ciberzorra, la calientapollas gratuita. La ninfa secreta y accesible que vive bajo mi piel de universitario joven.

Mi exnovia, en la cama, me trataba muchas veces como a una mujercita, penetrándome con sus dedos mientras mi polla palpitaba, tensa y quieta, en el fondo de su coño. Gracias a ella he descubierto poco a poco, en el transcurso de este año, el salvaje placer que me proporciona el cambio de roles, la feminización de mi cuerpo, el continuo e imparable multiorgasmo mental que acompañaba cada embestida de sus dedos, cada jadeo abandonado, cada palabra sucia susurrada en mi oído mientras me sodomizaba. Hay que follarse a las mentes, afirma el lúcido personaje Dante en la película Martín Hache.

Yo siento mi mente penetrada, anegada, rendida ante la evidencia de estar gozando como una perra... algo que no hubiera imaginado siquiera hace un año, cuando aún pensaba que existía una muralla infranqueable entre dos sexos, que sólo hay heteros u homos, sólo blancos o negros, sólo hombres o mujeres. Ahora comprendo que los modos de gozar son infinitos, que el único límite del placer es la frontera de la propia Imaginación, esa Venus veleidosa y mórbida que, en mi caso, me lanza a transformarme, a adoptar todas las máscaras, a jugar a todos los juegos, a descubrir regiones inexploradas de mi cuerpo y de los cuerpos que me rodean.


Pero basta de filosofías y justificaciones. Es el momento de Sara. Mi sustituta. Mi yo más perverso y divertido. Camino desnudo hacia el baño, con movimientos lentos y sugerentes, balanceando las caderas en el principio de la transformación. Me contemplo largamente en el gran espejo, que ocupa toda una pared, mientras la Imaginación invade poco a poco mi imagen. Tengo 22 años, soy muy flaquito y bastante alto, con larga melena oscura, los ojos castaños e intensos, la cara fina de rasgos suaves, los labios gruesos y jugosos, ahora húmedos, semiabiertos. Mis características físicas me permiten asumir en seguida posturas y gestos similares a los de una chica. Sobre una banqueta, bien doblada, se encuentra mi vestimenta, que he ido recopilando del armario de mis novias y de alguna tienda... Voy poniéndome prenda tras prenda, como una prostituta coqueta, comprobando cómo me queda cada nuevo añadido.

En primer lugar me pongo mi tanguita negro, con encajes primorosos en los bordes y un lacito en la parte superior. Me doy la vuelta suavemente, con inocencia fingida, como una modelo jovencita de porno light, y levanto un poco el culo atravesado por el hilito negro del tanga. Me gusta mi culo, prieto, pequeño, bien formado, como pidiendo ser traspasado por una lanza de carne. Siento la suavísima y exigua tela sobre mi ano ya húmedo, mi pene ya semierecto. Miro al espejo de espaldas, por encima de mi hombro, y susurro: estoy cachondita... quiero que me des caña... y frases por el estilo.

Entonces me apoyo en el lavabo para subirme las medias, finas, que llegan hasta mi entrepierna y envuelven mis largas piernas. Me estremece el voluptuoso tacto de la seda. Después me pongo un sujetador rojo y estrecho que oprime mi pecho y mi espalda, y me coloco dos pequeñas hombreras a modo de relleno, formando unos pechitos diminutos y traviesos como melocotones. Luego me enfundo una minifalda también roja, mi preferida, tableteada y con un poquito de vuelo, que apenas cubre mi tanga, y un top ajustado, blanco, de tirantes, que acentúa el contorno de mis tetitas y deja al aire mi vientre liso. Envuelvo mi cuello con un fino foulard de seda y me calzo dos botines negros de cuero con bastante tacón. Arreglo mi melena con horquillas para darle volumen y, por último, me pinto la línea negra de los ojos, un poco de sombra azulada alrededor, un poco de colorete en las mejillas y los labios rojo cereza con brillantina. Vuelvo a mirarme y una vez más me sorprendo. Estoy viendo una puta, y esa puta soy yo, y eso me vuelve loca.

Camino hacia el ordenador, sintiendo mis corvas tensas y mi culito alzado por los tacones. Junto a la pantalla descansa mi falo, un bote de champú de uno 16 cms. Me introduzco en un chat con mi nick habitual, Saradulce. La excitación crece por momentos, soy una zorrita callejera en una ciberesquina, aguardando a los clientes. Me encanta esperar a me abran los privados, a que me cortejen los hombres solitarios y con las pollas tiesas en la soledad de sus pantallas.

Jóvenes salidos, maduros casados chateando a escondidas, viejos solitarios, parejas morbosas... No niego mi cuerpo a ningún cliente, siempre y cuando acepte que soy chico vestido de nena (eso es lo primero que les digo a todos, para que no haya decepciones) y que tenga webcam, como yo, para ver cómo se masturba mirándome. Como buena puta, mi objetivo es cumplir los caprichos del cliente. Soy como las chiquillas que se desnudan en los web shows de pago, pero yo soy gratuita y trabajo por gusto; el sueño de cualquier pajero.

Ahora, lector, imagina que has encontrado a Saradulce... Nos citamos en el MSN y conectamos nuestras cámaras. La tuya enfoca a tu entrepierna, aún cubierta por el pantalón, en la que se percibe un bulto creciente... La mía, más alejada, muestra mi cuerpo completo, vicioso, sugerente. Inicio una conversación para ponerte a 100, representando el papel de nena pijita que no ha roto un plato en su vida, con una falsa inocencia que acentúa tus ganas de enseñarme a pollazos una lección, por calientapollas. Te hago creer que no sé lo que quieres de mí, que me da vergüenza exhibirme, que es la primera vez. Te hago sentir que estás pervirtiendo a una nena modosita.

Cuando sacas tu polla impaciente y brillante del pantalón, te pido que la empieces a menear frente a mí y comienzo mi espectáculo. Sé que estás cachondísimo... y que hoy es tu día de suerte. Me levanto y separo la silla para que veas bien. Bailo para ti como una guarra, como una adolescente borracha en una discoteca. El movimiento de mis caderas hace que la faldita se levante continuamente y puedas verme el tanga... mis gestos son obscenos, a veces me doy la vuelta y levanto la falda con las dos manos para volver a bajarla en seguida... por el rabillo del ojo contemplo cómo te pajeas, apenas sin escribir nada, absorbido por mi show de cerda barata. Cuando vuelvo a sentarme, ya estás a punto de estallar. Me encanta lo fácil que es ponértela dura, y te lo digo.

Cada insulto tuyo aumenta mis ganas de que me poseas como a una muñeca, y también te lo digo. Me exiges que te muestre bien el culo y te obedezco, arrodillándome en la silla, de espaldas a la cámara; levanto la faldita hasta mi cintura y bajo el tanga muy despacio, mirando por encima del hombro, hasta que ves con detalle la redondez perfecta de mi culito juvenil. Separo las nalgas con las manos y me inclino para mostrarte mi ano abierto, mojado, estrechito, indefenso ante tu pene. Vuelvo a fingir inocencia cuando me preguntas si tengo algún juguete, y pronto muestro a la cámara el bote de champú. Acerco mi boca y lamo morosamente, con la puntita de mi lengua... la base, los lados, la punta... y de repente me lo trago hasta la garganta y empiezo a sacarlo y meterlo fuerte y rápido, con todas mi lengua fuera, como si me jodieras la boquita pintada. Uy, presiento que estás a punto... que te correrías en mi boca y en mi carita de nena malcriada, agarrándome del pelo, dándome mi merecido.

¿O prefieres romperme el culo, mi amor? Ya sé que sí... Agarro la webcam y la sitúo al borde de mi cama, yo me tiendo sobre ella de espaldas a ti con cuidado para que veas bien... Mira mis piernas largas envueltas en las medias, los tacones duros como mi polla, que entrevés, también dura, delgadita y larga... me pongo a 4 patas sobre la almohada e introduzco el bote de champú en mi culo, sin contemplaciones, me jodo como si fuera un falo impenitente, me sodomizo a lo salvaje frente a ti, voyeur de lujo... el bote me penetra entera, me hace tuya, me hace gritar como una zorra que disfruta de su propia violación. Dame por culo. Tómame así. Revienta a tu puta. No puedes oírme, pero sabes que te lo digo, a gritos, a susurros, entregada a tus embestidas de macho que se desahoga en mis entrañas. Ninguna polla resiste a mi espectáculo. La tuya tampoco. Cuando me giro para mirarte, pícara, con la cara roja y la lengua paseándose por mis labios, contemplo un largo chorro de leche que escapa de tu polla agitada y mancha tu mano. Acerco mi mano a la cámara, como si fuera la tuya, y la lamo pausadamente mientras te vas relajando.

Me preguntas si me he corrido y te miento, te digo que sí para que te sientas más macho. Charlamos un rato, sigues deseándome y no quieres perderme, pero el sino de una puta es regresar a su esquina, no pertenecer a nadie, dar placer a todos. Nos despedimos con un beso cariñoso. Sé que mi imagen te acompañará esta noche, en tu cama, solo o con tu mujer, o con tu novia, o con tu novio. También sé que algún día me entregaré de veras, en la realidad, a un hombre que me haga sentir tanto placer que ni siquiera soy capaz de imaginarlo. Por el momento, vuelvo al chat en busca de nuevos clientes. Me gusta que, al menos, se diviertan conmigo tres o cuatro antes de correrme y regresar a mi lado masculino, a mi vida normal, a mi yo de siempre. Pero Sara sigue viviendo en los sueños de docenas de hombres, en mis propios sueños, en mi Imaginación.

Un beso a todos los lectores. Gracias por leer. Estaré atento/a a vuestros comentarios. Por cierto, todo lo narrado es estrictamente real... Sois los primeros en saber mis secretitos, jeje. Muac.


2 comentarios:

  1. Hola. De mujercita no me importaría exhibirsme para gustar a los hombres, sobre todo cuando estoy arregladita. Y llegaria un momento de tanta calentura que seria una corderita para cualquier lobo hambriento y solo con una buena palmada en el culo me ponedria en cuatro y ofreciendolo todo me entregóaria sin resistencia alguna. Cuando estoy caliente soy facilona. Besos.

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  2. Gracias por tu relato. Yo viví una experiencia hace más de 20 años, ahora tengo 43, y ahora vuelve a mi el recuerdo y el deseo de volver a vivirla. No voy a rematarla con detalle en un comentario, pero resumiendo, me recuerdo en una sala oscura de un sexshop de Gijón, rodead@ de cuatro o cinco hombres, con tan solo unas medias , que acabaron rotas, un tanga que no he vuelto a ver, porque alguno de aquellos hombres se llevó, y un liguero que aún conservo eescondido como un tesoro esperando a volver a salir. Nunca antes había tenido una experiencia con hombres, nunca después la volvía a tener, pero cada día que pasa recuerdo con más intensidad el olor de sus pollas, el sabor de su semen, el dolor de mi desvirgamiento y el inmenso placer posterior de ser penetrad@, inundada de semen, tanto en la boca como en muy ano caliente... Creo que tengo la necesidad de volver a repetirlo, a sentirme caliente, guarra, sexi, sumisa, no se cuando podré volver a experimentarlo, pero de momento ya le he regalado un magnífico dildo a mi esposa, con el que gugueteamos los dos como algo inocente, aunque sepa realmente mis deseos.

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